sábado, 24 de junio de 2017

POR SAN JUAN

Hoy cuando pienso en la “revetlla de Sant Juan”  afloran a mi mente los recuerdos de antaño. La primera vez que vi esta fiesta era un niño. Hacía poco tiempo que habíamos llegado a un pueblo donde se festejaba con las tradicionales hogueras y el estallido de cohetes. Por primera vez tenia nociones de lo que era un petardo, los diferentes nombres que tenían y el estruendo que provocaban. A decir verdad, para mí, no eran muy atrayentes y mi padre, hombre prudente y que me conocía muy bien, me compro varias tiras de “triquitraque”  y una piedra bañada en no sé que producto, que al tirarla contra el suelo saltaban chispas luminosa con un ínfimo ruido. Aquella noche vi la hoguera que hacían en el pueblo, desde la azotea de mi casa. Poco más recuerdo, pero seguro que era feliz porque junto a mi padre así me sentía siempre.
Paso el tiempo y en mis años de internado estas fechas coincidían con el regreso a casa de vacaciones y por aquel entonces era ajeno a esta celebración. A mi llegada a Barcelona empecé a disfrutar de esta popular noche, primero con la “colla” y después con la familia y amigos. Organizábamos y compartíamos las sonadas “revetlles” con las populares hogueras, el cava, la coca, las charlas, la música y el disfrute que esto conllevaba. Recuerdo que de alguna manera me identificaba con la canción de de Joan Manuel Serrat editada en un single en el año 1968 “Per Sant Juan”.
Esta noche, en muchos lugares, se encenderán grandes hogueras de carácter purificador. Fuego purificante para dar fuerza al astro rey para conmemorar la recolecta de la cosecha y al mismo tiempo para atraer su bendición sobre hombres, animales y campos. Son innumerables los rituales propios de la Noche de San Juan, que se conmemora la víspera del 24 de Junio, pero todos giran en torno a la glorificación del fuego.
Esta noche hay quien asegura que también beber agua de manantial cura los males, ahuyenta el mal de ojo, atrae salud, belleza y aumenta las virtudes fecundantes. Y beber agua de fuego, ya sea de garrafa o embotellada, lo aumenta todo. A poquito que uno ponga de su parte, se le cura los males casi de forma radical, los ojos se entur¬bian de tal manera que ves a todo el mundo muy guapo, todo parece bien, la lengua se desata de tal manera que falta tiempo para hablar  y la somnolencia se apodera de uno lentamente hasta caer dormido a la sombra de un farol o en portal ajeno.
Esta noche es el festival del fuego y de la luz por excelencia, consiguiendo una vez más que la luz triunfe sobre las tinieblas. Una noche para festejar, recordar con alegría y para sentirse joven y lleno de esperanza una vez más.

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