miércoles, 28 de junio de 2017

YO NO NACÍ CERCA DEL MEDITERRÁNEO

Yo no nací cerca del Mediterráneo. Nací en la ciudad de la que dice la Serenata a la Mezquita del compositor Ramón  Medina Hidalgo “tiene su lecho de oro cerca del viejo Guadalquivir / y en el encanto de las plazuelas brindan las fuentes con su rumor / coplas de amores que a las vihuelas llevan al canto del rondador” ciudad de la que poco o nada recuerdo porque siendo apenas un niño me marché de ella y, salvo en contadas ocasiones, regresé a casa de la familia bajo el sopor del estío.
Yo no nací cerca del Mediterráneo pero sí que en sus playas duerme mi niñez porque en ellas pude jugar, como juega un niño, construyendo castillos de arena que las olas derrumbaban, y aún recuerdo las muchas veces que he jugado en sus playas junto a mis hijos haciendo pozos, que acarreando cubitos de agua, intentaban llenar. Construir y reconstruir castillos y crear ríos que desembocaban en las olas, que con su ir y venir constante, anegaban y devastaban. En las tranquilas aguas del Mediterráneo he enseñado a nadar a mis hijos, a que perdiesen el miedo y fueran prudentes, mientras nos reíamos entre aguadillas o salpicándonos porque ellos sí que nacieron en el Mediterráneo.Yo no nací cerca del Mediterráneo pero tengo alma de marinero. En sus playas y entre sus aguas azules mi piel se tornó morena mientras nadaba, buceaba, navegaba o plácidamente me sumergía desafiando las olas lejos del bullicio de los bañistas desde la Costa Brava pasando por las islas Pitiusas hasta Cala Panizo.He disfrutando de playas arenosas y de aguas tranquilas, con arenas, escollos y roquedas. Extensos litorales de arena o con amplias plataformas de abrasión que emergen del mar, así como de extraordinarios fondos marinos cuajados de escollos rocosos y colonizados por algas verdosas entre las que las que viven y se abrigan peces de atrayentes colores.
Yo no nací cerca del Mediterráneo pero si he visto como a él llegaba la parca para arrebatar la vida a quienes desde Algeciras a Estambul intentaban lograr la libertad. Emigrantes, exiliados  deseosos de abandonar sus países  y librarse de los horrores de las guerras, de la opresión y la esclavitud. Huidas desesperadas de tantos seres inocentes que nos hacen pensar en los antiguos éxodos por las mismas causas y buscando el mismo fin, con la única diferencia de que antes todos intentábamos socorrerlos, les auxiliábamos y sus fotos eran en blanco y negro, pero ahora parece que miramos hacia otro lado, se les niega el amparo ante la indiferencia de muchos y sus fotos son en color.
Yo he vivido cerca del Mediterráneo, acostumbrado a sus largas noches de invierno, escrito, leído, reído, llorado, pensado, suspirado, mirado, esperado, desesperado, gritado en silencio mis aventuras y desventuras, acostumbrado mis ojos a sus amaneceres y atardecerse rojos. Ojos que se han empañado cuando me he alejado de rus riberas, al igual que se han enturbiado cuando, después de tiempo, he vuelto a contemplar sus aguas, su cielo, sus playas, las  ladera de sus montes de pinos, los caminos y vías que los surcan deseando tener buena vista para no borrar de mi mente el recuerdo de que viví al lado del Mediterráneo dejando que el Mestral, la Tramontana,  el llebeig o garbí o el llevant alivie el sudor de mi rostro envejecido por el tiempo y me aporten siempre vientos de esperanza y veneros que dan vida mientras que pienso que no nací cerca del Mediterráneo pero viví cerca de él. Junto a ese mar inolvidable prendí también a ser faro, espejo y luz de cada uno, y del otro, de la mujer con la que comparto mis días y con la que juntos hacemos un faro en nosotros y para los otros.
https://www.youtube.com/watch?v=YNkcAUAv1kw

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