lunes, 4 de marzo de 2013

VUELO CON DESTINO A…




Cuando mi pensamiento está anclado en los gratos recuerdos de los días felices pasados en Sevilla, el avión ha empezado a moverse lentamente, y como siempre ha enfilado el rumbo hacia la pista de despegue en la que apenas sin percibirlo ha ido aumentando la velocidad y el ruido dentro del habitáculo supera los decibelios que mi oído está habituado a percibir.
Constato desde mi lugar preferido (la ventanilla) como aumenta la distancia entre la aeronave y el suelo. Reparo en el paisaje que veo a vista de pájaros. Mi percepción de las cosas se convierte en un ejercicio de agudeza visual que me permite avistar pueblos, casas, llanuras, cerros y montañas por los que cruzan caminos, trochas, veredas, senderos, carreteras secundarias y principales en las que los coches parecen moverse lentamente, donde las salidas e incorporaciones a otras vías, a veces son muy directas y otras están trazadas con cuidadosas geometrías circulares.
Poco a poco nos hemos ido incrustando en un cielo gris plomizo flanqueado por claros de intenso azul, de ese azul propio de las tierras del sur, de Sevilla. ¿Por qué no hay un azul Sevilla? Al igual que  existe un rojo Burdeos, un verde oliva, un amarillo pajizo o un negro azabache. Si, ya sé que hay azul eléctrico, marino, ultramar, celeste, claro, turquesa incluso añil, pero no es lo mismo. El azul de Sevilla es diferente, Sevilla tiene un color especial, que para mí es indescriptible, como inexpresable me resulta detallar ese blanco de los pueblos encalados que tanto brillan y lucen cuando lo fustiga el sol de las tardes estivales.
Mientras espero la arribada al destino contemplo, desde la minúscula ventanilla, como cae la tarde, como el horizonte se colorea con los tonos del crepúsculo vespertino, como debajo, en la lontananza se vislumbran pequeñas y diminutas lucecillas a veces aisladas, otras agrupadas formando las más variadas , caprichosas y diversas siluetas de la calles, de las plazas de ciudades, pueblos aldeas o lugares que se despiertan a la luz de la noche mientras el cielo oscurece y por la megafonía se anuncia que dentro de media hora llegaremos al lugar de destino donde el cielo está despejado y la temperatura es de doce grados. La propia para este día segundo del mes de marzo de 2013.

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