jueves, 26 de marzo de 2015

CÓMO SE VIENE LA MUERTE…

Cómo se pasa la vida,
Cómo se viene la muerte     
Tan callando. (Jorge Manrique)
Y así callando, sin saber cuál era el murmullo que se oía en esos momentos en el interior del avión siniestrado. Sin saber cuál era el estruendo in situ contra la montaña. Así, cumpliendo con su función laboral los tripulantes, otros tal vez, recordando, pensando, leyendo, adormilados o conscientes de la realidad ciento cincuenta seres humanos pasaban de la vida a la muerte.
Los medios de comunicación pronto se han hecho eco de que en la alta montaña de los Alpes, cerca de Seyne-les-Alpes, un avión desaparecía sembrando la incertidumbre, el dolor  de la muerte inesperada, de la tristeza inconsolable de las familias y amigos de las  víctimas mientras se duda de la vulnerabilidad aeronáutica y crece el sentimiento de recelo hacia las tecnologías falibles, y más cuando como en este siniestro, originan la angustia de la incertidumbre por no saber de inmediato las causas que han motivado a este fatídico fin.
El frondoso y verde paraje de la alta montaña, en breve espacio de tiempo ha pasado a ser desértico, humeante, funesto, dantesco, grisáceo, negro, como negro es el color del dolor de los familiares y amigos que despedían a los viajeros y tripulantes o, con la intranquilidad de abrazarlos, les esperaban en el lugar de destino. Negro, como ese lazo que hoy aparece en los medios de comunicación.
Pensar en los fallecidos origina amargura, pero revelo que de forma especial me produce tristeza  la muerte de ese grupo de jóvenes estudiantes que han pasado unos días en intercambio escolar en Llinas. El dolor por la muerte de los hijos parece más antinatural, parece ir contra el orden lógico de la vida, y lo hace de tal manera que en todas las lenguas del mundo tiene una palabra para nombrar al hijo que ha perdido a sus padres, huérfano, pero ninguna tiene una palabra que designe al padre o la madre que vive el fallecimiento del hijo.
Pero a pesar de la desolación, desconsuelo y dolor por lo acontecido, es necesario aterrizar y seguir caminando por la realidad de cada día. Ser solidarios acompañando a quienes sufren por el dolor del fallecimiento, de aquellos que por atentados terroristas, por accidentes, por enfermedad u otras circunstancias han pasado a la otra parte de la línea de la vida.
Que todos encuentren la LUZ.

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