Hoy
domingo ocho de marzo se celebra, desde 1911 el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, por ellas y para
ellas mi mayor de los deseos de que sean consideradas como se merecen ya que es
triste constatar como, al igual que en otras épocas, en la actualidad aun hay
mujeres en el mundo y por el hecho de
serlo, son maltratada, violada, asesinada, humillada, vilipendiada, lapidada, golpeadas,
víctimas de un “machismo” exacerbado, desprovisto de sentido, sin humanidad
y muestra de una manifiesta incultura .
A
pesar de la existencia de leyes que les reconoce sus derechos, todavía no
tenemos una sociedad justa e igualitaria, puesto que todavía hay rincones en el
país en donde sigue la explotación de la mujer, no sólo sexual, sino también la
laboral, la emocional, la física, la discriminación más vil y absurda o incluso
la violencia de género a través del móvil y las redes sociales, y son
controladas por sus parejas por medio del teléfono. Deplorable.
Es
triste constatar que, determinadas religiones, les
prohíben la palabra y las relega a un segundo puesto en sus jerarquías, otras, les
mutilan el sexo y les tapan la cara. No se les permite ni tan sólo conducir un vehículo
o asistir a determinados actos “propios de hombres” pensando que el lugar de la mujer es el hogar porque previamente la cultura ha
diseñado un hogar con la mujer dentro de él, y desarrollando unas tareas
basadas en una identidad femenina construida sobre los roles de “esposa, madre
y ama de casa”.
No
quiero dejar pasar este día sin FELICITAR a todas las mujeres, las madres abnegadas,
las hijas obedientes, las esposas resignadas las viudas solitarias, las
solteras, las separadas, las divorciadas, las abuelas, las religiosas, las maestras, las investigadoras, las labriegas, las
desamparadas, las luchadoras, las que saben coser, las que saben cocinar, las
que saben sufrir, las que saben sonreír, las que saben amar, lasque saben.....
A todas sin excepción, a todas las que no
menciono. A todas las que saben que con un beso y un abrazo, pueden
ayudar a superar contrariedades. A todas las que sonríen cuando lo que desean
es gritar. A todas las que cantan y tararean cuando lo que desean es llorar. A
todas cuyas lágrimas son la manera de expresar su dicha, su pena, su
felicidad, su desengaño, su amor, su desamor, su soledad, su valentía, su saber,
su entrega, su dolor, su sacrificio, su coraje, su sufrimiento, incluso su
alegría.
A todas las que los políticos, inmersos en
campaña electoral, les han hecho y les hacen promesas vánales para comprarles el voto marcándolas
con el deseo frustrado de su igualdad ante la sociedad que hoy le rinde
homenaje y que nunca será el que realmente se merecen.
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