martes, 31 de marzo de 2015

CUARENTA AÑOS DE MI HIJO IVÁN



En mi agenda cotidiana, desde hace un tiempo, tengo pocas tareas anotadas pero ni en ella, ni en mi mente, falta la de una fecha tan significativa como la del 31 de marzo, día en que nació mi segundo hijo, Iván.
Hoy, desde la distancia física que nos separa, quiero rendirte mis mayores deseos de felicidad mediante estas palabras que dejo reflejadas en un espacio abierto a todos, porque, al igual que hace cuarenta años anuncié a todos tan feliz acontecimiento, hoy deseo hacerlo de igual manera porque me siento lleno de felicidad y de orgullo por ese hijo que  cumple cuarenta años.
Desde aquel cálido día de marzo, el ultimo de ese mes, lunes de pascua en que Iván vio la luz de la vida, han pasado los años, cuarenta. Tiempo que ha hecho emblanquecer mis cabellos, desgastar mi mirada, y reavivar las arrugas de la piel, pero en este tiempo transcurrido,  no ha mermado ni un ápice el recuerdo, las imágenes de lo que viví el día de su nacimiento. Casi con perfección milimétrica puedo ir describiendo minuto a minuto todo lo vivido aquel día, cuando  a las 13:45 h. me anunciaron su nacimiento y, que tras tenerlo en los brazos el tiempo que me permitieron, recurrí a inmortalizar el momento en fotos que tantas y tantas veces hemos visionado.
Pero sin lugar a duda las mejores fotos que conservo en la mente son las que año tras año se han ido sucediendo en estos cuarenta años con anécdotas, momentos, vivencias, hechos que se han ido quedando en ese cajón de los recuerdos y que me gusta ir evocando, rememorando y visionando en mi mente. Conjunto de fotogramas que conforman tu vida, que me llenan de satisfacción, de bienestar, de tranquilidad, de alegría, de orgullo, de felicidad, de agradecimiento, de tener un hijo como tú.
Iván, te felicito, y lo hago por ser este un día muy especial pero también por tantas y tantas cosas que te identifican. Tu edad infantil quedó atrás, pasó tu adolescencia, tu indecisión o tu silencio a la hora de encauzar y realizar tus estudios superiores. Atrás quedo el periodo en que recluías tus inquietudes, distraías tu tiempo, ampliabas tus aficiones, te formabas, te instruías, y crecías, robándole acordes a las cuerdas de tu guitarra, conectado al “walkman”, en las pistas de básquet y de la compañía y el calor de la mano de Rebeca, la mujer con la que hoy compartes tu vida.
Hijo, te felicito, por tu gran sencillez, tu sensibilidad, tu constancia, tu abnegación, tu dedicación, tu honradez, tu esfuerzo, tu humildad, tu generosidad, tu alegría, tu simpatía, tu honestidad, tu voluntad, tu trabajo y todos esos valores que se han ido afianzando en tu vida gracias a tu ardor cotidiano y saber aprender de todas las  personas que permanecemos a tu lado.
Cuarenta años, que siento que tanto en él como en mi, están llenos de familia y amigos, de anécdotas y pormenores, de personas, de testimonios, de proyectos, de creatividad, de objetivos, de sueños, de colofones, de éxitos, de progresos, de fracasos, de viajes, de esperanza... en definitiva, de vida, de esa vida y felicidad que tan bien estas transmitiendo a tu querida hija.

Hijo, MUCHAS FELICIDADES y te reitero QUE TE QUIERO MUCHÍSIMO.

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