domingo, 1 de marzo de 2015

ALFOMBRA VERDE


Hoy mientras la información nacional se centraba en la crecida, la anegación y  desbordamiento del rio Ebro, mi mente, me ha llevado a pensar en esas tierras lejanas, en las gentes que moran en otras tierras, e intentar elaborar —como no hago con excesiva frecuencia—uno de mis posibles escritos para mi blog.
Me da cierto pavor pensar en cómo el agua poco a poco, pero con rauda velocidad, invade, inunda,  penetra por doquier dejando la hulla del desastre de las inundaciones, del lodo cubriendo campos, carreteras, caminos, mobiliarios, enseres y la huella del punto alcanzado en su torrencial tropel. 
Dicen los medios que esté mes de febrero ha sido el que más ha llovido en algunos puntos en los últimos ciento cuarenta años.
Dicen los medios que la limpieza de los cauces de determinados ríos evitaría estos desastres que obligan incluso a la evacuación de personas que se ven abocada a una tremenda incertidumbre e impotencia ante la posible pérdida total o parcial de sus pertenencias.
Dicen los medios que el deshielo aún puede provocar una mayor crecida de los ríos con cauces sin limpiar porque entre unos y otros de los responsables, “la casa sin barrer”, se pasan la pelota un año si y el otro también.
Mientras dicen los medios estas y más cosas, en los derredores que transito en mis mañanas de esparcimiento, las lluvias de noviembre auguran buena sementera de los campos de trigo que como una alfombra verde se extienden perdiéndose en la lontananza mientras que a la vera de las carreteras, caminos y trochas los jaramagos parecen contagiar su color amarillo a diminutas flores que advierten de la llegada de la primavera y tras de sí, las otras estaciones, y con ellas los anunciados cambios políticos que deseamos mejoren la situación social en la que está abocado el país por una praxis de gobierno muy discutible.
Esperemos que esta alfombra verde, color de esperanza, permita ver los trigales ondularse con la brisa de abril.

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