martes, 22 de diciembre de 2015

DE LUNES A LUNES

Antes de empezar con mi “ocurrencia” de doy, quiero dar las gracias a todos los que habéis entrado o participado en los últimos post de mi blog que inicié con el denominado “Hoy más que nunca” y donde hacía referencia a que la dolencia, la enfermedad, el mal, el carcinoma se cruza en mi vida y más concretamente ubicado en esa mujer con la que comparto mi vida. Sois admirables. Con vuestras llamadas telefónicas, vuestras visitas, vuestros mensajes, vuestros silencios, con todo lo que nos manifestáis por cualquier medio de comunicación, hacéis que nos sintamos queridos, acompañados, apreciados, apoyados… Estoy seguro que de todo esto saldrán cosas muy buenas y positivas, una ya está floreciendo, estamos rodeados de personas magníficas.
El periplo continúa, el pasado lunes día 14 se iniciaba la primera sesión de  quimioterapia. Serán, en principio cuatro en ciclos de veintiún días y posteriormente doce ciclos semanales. Al parecer la quimioterapia lo aniquila todo, lo malo y lo bueno. En Internet hay información, hasta decir basta, de lo que este tratamiento representa y las consecuencias que tiene, pero a decir verdad y, como en tantas otras ocasiones, “Cada uno habla de la feria según le fue en ella”. En principio, salvo un extraño malestar los cuatro días siguientes a la primera sesión, ahora son peores las molestias del posoperatorio que las del tratamiento de quimioterapia.
Ya hemos empezado a buscar y adquirir gorros, pañuelos y sombreros para “tapar” lo que sin duda es la mayor dolencia, si no física, si psíquica, para cualquiera y más para  la mujer que ya sufre la amputación de parte relevante de su cuerpo femenino. Esperamos que la alopecia no sea “impactante” y como antídoto, ayer lunes, nos rapamos. El hecho fue “traumático” en los primeros momentos, pero aferrados de la mano caminamos hacia nuestra casa y paliamos el frescor en la crisma con unos vulgares y cómodos gorros.
Desde que supimos del “hecho” que estamos viviendo, siento que disfrutamos más de las cosas, incluso de las más simples y sencillas. El despertar está lleno de incertidumbres que rápidamente se disipan cuando la veo sonreír al darnos los buenos días, porque su sonrisa para mi es esperanza. Nos gusta ir un ratito a la playa, a contemplar agua, cielo y sol. Paseamos, hablamos, reímos, nos sentamos a comer frente al mar y el cielo parece más azul que nunca y el mar más… verde y calmado que nunca. Y la esperanza más necesaria a cada instante, a cada momento de los vividos de lunes a lunes.

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